6 ene 2009

MARIA Y GIUSEPPE


Pañuelos blancos se agitan al viento, la sirena del navío anuncia la partida. Apretujones, llantos, gritos de júbilo, nombres: ¡María, Giuseppe! ¡Te quiero Amor! ¡Hasta pronto, suerte, que Dios los bendiga!... y un sinfín de frases más; son el folklore en tierra: mientras que en la cubierta ocurre algo similar; los que se van, los que se quedan, solamente unidos por la pesada cadena y el humo del barco que ya zarpó, dejando una estela de agua salada y una bruma de humo negro.
Barco de inmigrantes: esperanza compartida, sueños de juventud, de refugiados, polizontes, escapados de la guerra; todos en busca de nuevas tierras, de una vida distinta. Los mayores sueñan con la Paz, los jóvenes con aventuras, los enamorados como María y Giuseppe, con la luna de cristal y las estrellas de oro.
El cielo y el mar se juntan en un punto indefinido, azul, inmensamente azul, que los ojos de los inmigrantes no ven, para ellos todo es color de tierra, marrones y verdes: naturaleza, playas cálidas, tierras fértiles para trabajar libres, para hacer “la América”. Sólo quieren escuchar el canto de las aves, nunca más, el estrépito de los cañones, las ametralladoras, cambiar la muerte, el horror, por una vida digna.
María y Giuseppe, sus sueños se cumplirán como los de muchos, en diferentes lugares, en libertad, en paz, solo así podrán ver la luna de cristal y las estrellas de oro.

Por Gerardo Stacchiotti / Villada (Santa Fe)
E-mail: gerastacchiotti@hotmail.com