6 ene 2009

DE GISSI A PÉREZ


Se habían aquietado las bombas de la segunda guerra mundial cuando nací: el 9 de mayo de 1945, en un pueblecito de montaña de nombre Gissi, situado en la región del Abruzzo, en Italia. En 1948, mis padres, Irma y Juan, con solamente lo que llevaban puesto, la sólida cultura del trabajo y escapando de la miseria, con deseos de buscar un futuro mejor para su pequeño hijo, se despidieron para siempre de sus familiares. Embarcamos en Nápoles y navegamos durante 30 días, para llegar a la Argentina, “la tierra prometida”.
Así, recalamos en un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe, sobre la ruta nacional 33, pegado a Rosario, en aquel entonces, con escasos seis mil habitantes. Este pueblito, que se desarrolló alrededor de la estación ferroviaria, se había gestado por 1886, sin fecha fundacional cierta, era Pérez.
Al llegar en tren desde Rosario, nos instalamos a escasos metros de la estación, en la casa del capataz de los “catangos”, esos abnegados obreros que surcaban las vías, en las simpáticas zorritas, soportando las inclemencias del tiempo, para que las paralelas de hierro, estén siempre en óptimas condiciones.
Argentina es mi país y Pérez “mi pueblo”, que en este relato denominaré “nuestro pueblo”, porque lo quiero compartir con todos aquellos que de una forma u otra escribieron la historia chica de este querido terruño.
A mediados del siglo pasado la inmigración europea, fue importante en nuestro país, y se agrupaban en los distintos pueblos, conjugándose en agrupaciones de diversos países, incluso de regiones de cada uno de ellos, porque venían con “carta de llamada” de sus coterráneos.
Era llamativo ver a las distintas colectividades con su tradicionales trajes, y exponiendo con orgullo sus costumbres, música, bailes y comidas.
Quisiera nombrar a todos esos hombres y mujeres, que con sacrificio, forjaron un futuro promisorio para sus hijos. Sabrán disculpar la omisión, pero el espacio y la memoria no me lo permiten.
Una postal de esa época eran las polvorientas calles de tierra, el regador pasando…y detrás, una hermosa pincelada de mariposas multicolores. Las zanjas y el coro de ranas, después de las lluvias. Las noches de verano pateando sapos bajo el farol de la plaza San Martín.
Los cines Sociedad Italiana y Gloria, que no fueron demolidos, como en “Cinema Paradiso”, pero igualmente nos llenan de nostalgia, porque sus proyectoras han enmudecido.
Los gigantes talleres ferroviarios “Gorton” (hoy dormidos) contaban con más de 3000 obreros.
Muchos venían de Rosario, y con el tiempo sacaron ciudadanía de “perecinos”. Los “nuestros”, formaban
verdaderos enjambres de “hombres de azul” (por su emblemática vestimenta) en bicicletas, trasladándose
por el “camino de la chapera”, para entrar por el portón dos, a los talleres.
Los trenes, con sus horarios tradicionales y puntuales, como el de la siete menos diez, que venía de Cruz Alta, en el que se alimentaron muchas amistades y nacieron noviazgos, muchos de los cuales terminaron en matrimonios .Otra de las razones para afirmar que “nuestro pueblo” y los perecinos tenemos raíces ferroviarias.
Las quintas que bordeaban al pueblo, conducidas en su mayoría por inmigrantes abastecían al Mercado de Productores de Frutas y Hortalizas, generando mano de obra, e instalando la figura del “mediero”. La gran cantidad de invernáculos, totalmente de vidrio y marcos de madera, en un número importante de jardines, daban vida a hermosas, coloridas y perfumadas variedad de especies de flores. Por la labor de esos esforzados floricultores fuimos merecedores de de una importante distinción a nivel provincial.
En nombre del progreso, fuimos abandonando, las tranquilas tardecitas pueblerinas, con sus plácidas siestas y nos convertimos en Ciudad de Pérez.
La calidad de vida ha mejorado, pues hoy tenemos cosas que eran impensadas en ese momento. Pero los duendes de la nostalgia, revolotean sobres nuestras cabezas y de vez en cuando nos ponen la película de “nuestro pueblo”, que estoy seguro es similar a tantos otros, como el suyo, o el mío, el pueblito italiano de Gissi, donde yo nací.
Hoy, la Ciudad de Pérez es Capital Provincial de la Flor… y yo me siento orgulloso de pertenecer a “nuestro pueblo”.

Por Antonio L. Ottaviano / Pérez (Santa Fe, Argentina)
E-mail: antonioottaviano@hotmail.com