13 abr 2010

BACHANA SACANDO AL MATÓN DE LA CANCHA

Toda mi infancia la pasé en el club, mi club, el club de mis padres y de mis abuelos, el club de mis vecinos y de mis amigos. El club que la sede del club está a dos cuadras de mi casa, ahí disfrutamos mucho del gimnasio, del folclore, del viejo cine y del bar, la cancha de fútbol nos quedaba un poco más lejos lo cual no nos impedía que la disfrutáramos también. Cuando cumplí mis ocho años aprendí a nadar en la recién construida pileta de natación.
De muy chico íbamos todos los domingos a la cancha, con mi padre, con mis hermanos, con mis primos, tíos y mi abuelo. Cuando jugaba de local y cuando jugaba de visitante. En partidos amistosos y cuando ganamos las finales y cuando perdíamos.
Tantos años, tantas fiestas y tantos partidos en el club me llevaron a conocer grandes personajes que amaban los colores del club como los amo yo, pero había uno que sobresalió del resto. Sobresalía por muchas razones, su juventud, su pasión inigualable, por su carisma, por la devoción hacia el club y también por ser polémico y charlatán. En el club le decían simplemente Bachana. Nunca supe porque.
Cuando cumplí los doce años llegó el momento de ficharnos en la liga, jugábamos en la séptima y él era nuestro director técnico con apenas veinte y tantos años.
Era más que un simple técnico de fútbol que se ocupa de las tácticas y ganar partidos. Era un maestro de la vida. Él nos hablaba de filosofía, de cine y de literatura. También hablaba de fútbol, nos daba clases magistrales de como jugó el San Lorenzo del TOTO, o como jugaba el River de la máquina, el Racing de José o el glorioso independiente del Hugo y el Bocha campeones de casi todo.
Era época de los campeonatos nacionales de fútbol, y con mucha pasión nos hacía imaginar que nuestro pequeño club de pueblo podía llegar a jugar el campeonato nacional de A.F.A. junto a los grandes y nosotros podríamos ser parte de la partida, siempre y cuando entrenásemos correctamente y viviésemos una vida sana. Y para los que no éramos buenos futbolistas nos hacía imaginar que podríamos conocer nuestro país acompañando al club. Un día jugaríamos en Buenos Aires, otro día con Juventud Antoniana en Salta, otro con Chaco For Ever, otro con Cipoletti, con Olimpo de Bahía Blanca, con San Martín de Mendoza o Tucumán, con Belgrano de Córdoba y seguía enumerando equipos de fútbol de todo el país. Nos hacía trabajar y entrenar para un proyecto de club soñado sólo por él. Nada es imposible, tenemos la obligación de soñar, nos decía.
Ese año jugué mi primer y único partido oficial de liga, fue un clásico y ganamos dos a cero, fue grandioso. El primer partido con todos los titulares habíamos perdido uno a cero en cancha de ellos y con los suplentes y nuestro técnico ganamos en casa.
A Bachana no lo conocíamos solo por ser el técnico de las divisiones inferiores del club, sino también porque él estaba siempre en el club, o en el bar, o en el gimnasio, o en la cancha o en cualquier actividad que desarrollaba el club y además de ser el técnico de todas las inferiores era el que ostentaba el título, que bien se había ganado, de jefe de la barra brava, o simplemente jefe de la hinchada, ya que él no era un tipo violento, tal vez lo parecía en su verborragia, y menos era de incitar a la violencia.
Una tarde de domingo jugamos en casa con un club de Chabás, habíamos empatado un partido de local, que teníamos que haber ganado por goleada. El árbitro no había estado en su mejor día y nuestros muchachos tampoco. Toda la hinchada enfurecida por la frustración del empate, con nuestros segundos peores enemigos y de local, rodeaba los vestuarios con ganas de hacer justicia con mano propia. Nuestros muchachos, como siempre, se fueron aplaudidos a pesar del mal resultado. Los contrincantes se habían retirado casi todos y nuestra comisión directiva trataba de salvar al referí, que había tenido el mejor día. En ese mismo momento de furia un matón de Chabás, provocó a toda la hinchada tratándonos de amargos y muchas cosas más.
La bronca contra el mal resultado, el árbitro, el equipo, ya que estaba la policía y el equipo contrario, recayó toda contra el gordo Candombe, creo que así le dicen. Los cinco o seis milicos no podían más con esa situación, casi trescientas personas querían desquitársela con el Gordo. La comisión había logrado sacar de la cancha al referí y algunos dirigentes del otro club sanos y salvos. Pero la hinchada estaba a punto de comerse crudo al Gordo, que en lugar de callarse la boca seguía discutiendo, reja y policías de por medio, con toda la hinchada local. Cuando la situación era insostenible y parecía que iba a explotar, en ese preciso momento, apareció Bachana para calmar los ánimos. Pegó un par de gritos y pidió a la gente que lo escuche, cosa que todo el mundo hizo. Propuso un par de posibilidades, la primera era que entremos y le rompamos la cabeza a palos; otra podía ser que lo dejemos encerrado en los vestuarios toda la noche, y un par cosas por el estilo, lo cual a lo único que iba a contribuir era que el gordo agrandara su fama de matón. Le íbamos a dar chapa de valiente y tal vez lo podíamos llegar a convertirlo en un mártir, y todo eso gratis. Nosotros no podíamos permitir eso, ese ser despreciable no se merecía nada, ni siquiera una buena manga de palos. Pidió a los hinchas que lo dejen pasar, cosa que hicieron. Pidió a la cana que le abran la reja diciendo que él garantizaba la integridad física del matón de pacotilla. Costó un poco convencer a los canas, pero lo hicieron. Una vez dentro, le pidió al matón que lo acompañara sin decir una palabra, que de esa manera no le iba a pasar nada. Estando él presente la gente no le iba a hacer ningún problema. Pidió a los policías que se queden en los vestuarios, a ellos no los podría proteger.
Tomó al gordo del brazo, salió de los vestuarios pidiendo a todo el mundo que no se acerque y comenzó a caminar hacia la puerta del estadio por un estrecho pasillo humano, que le había dejado la gente. Pasó frente al bufete y juntos caminaron hacia la salida. En la puerta misma de la cancha pidió a todos que se quedaran ahí, ninguna persona salió del estadio. Nadie podía creer lo que estaba pasando, ni siquiera los canas, Bachana llevando del brazo a Gordo Camdonbe, cruzó la calle y llegaron a donde el gordo tenía estacionado su auto. En el momento en que el tipo abrió la puerta y se volteó para ver a toda la gente, Bachana lo cachetea como al niño que se había portado mal, y termina diciendo: ¡qué sea la última vez que te reís de nosotros! El matón arrancó su auto y se fue bajo la mirada vigilante de Bachana y toda la hinchada.

Juan Alberto Larrambebere

CRÓNICAS VENADENSES

Las Memorias de una Familia que pasó por Venado Tuerto

Resumen:
En esta ponencia es presentada la trayectoria de una familia de inmigrantes que llegada de su originario Piamonte se radico en Venado Tuerto, donde en medio del esfuerzo cotidiano fueron naciendo y creciendo sus hijos.- Se describen las características originales de los padres y las que desarrollaron los jóvenes que afincados aquí, construyeron sus personalidades enraizadas en la comunidad, dando origen a distintas ramas que el tiempo fue dispersando por distintas localidades de nuestra pampa gringa.
El autor es nieto de los pioneros: Juan Pedro Bleynat Long y Adela Pons Nicol y señala como a pesar de que actualmente no vivan Bleynat en Venado Tuerto, todos los descendientes tienen una conciencia viva que las raíces de la familia están en esta ciudad y le da a la ponencia el sentido de agradecimiento a la comunidad venadense que recibió cálidamente a sus abuelos.

Por Carlos Bleynat (foto)


I) Introducción:

Vamos a presentar una familia de inmigrantes italianos de la Provincia de Turín, en la región del Piamonte.-
Quienes dieron origen a su ubicación en Venado Tuerto lo hicieron en una fecha
en que el proceso inmigratorio estaba ya muy avanzado en la República Argentina:
1903.-
El perfil familiar presenta características un tanto infrecuentes en la generalidad inmigratoria: El padre, Juan Pedro, había accedido a una importante preparación técnica y la madre María Adela, provenía de una familia de aceptable nivel cultural.-


Hemos querido recordarlos por afecto y porque la vida que llevaron cobra valor en cuanto expresa la realidad de muchas familias inmigrantes que llegaron a poblar nuestro país, y particularmente la pampa gringa.-
Nuestro relato abarcará desde la partida del pueblo originario hasta la radicación de las ramas familiares en distintos pueblos y ciudades de las Provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Córdoba donde sus descendientes prolongan la trayectoria de los pioneros.-

II) Las Raíces Italianas:

Juan Pedro nació en Massel (Pomaretto) el 7 de setiembre de 1872, Adela en Saret de Chabrian (Perrier) el 27 de agosto de 1875.- Se casaron en la Iglesia Evangélica Valdense de Perrero-Maniglia en 1898.-
En Italia nacieron tres de sus hijos: Juan Félix (1899), Adelina (1900) e Ida (1902).-

III) La Fe Valdense:

Los Valdenses fueron uno de los primeros grupos reformistas surgido en el sur de Francia en la primera mitad del siglo XII.- Perseguidos por su ideología cruzaron los Alpes y se refugiaron en sus contrafuertes italianos en esa época muy alejados de los centros de poder, en lo que hoy son los ricos “valles Valdenses”.-
Juan Pedro y Adela respetaron de modo estricto la fe que signó todos los actos de su vida.- En las paredes del hogar paterno se leían pinturas con versículos de esa Biblia.-
Como en Venado Tuerto no existía una comunidad Valdense se integraron a la feligresía Metodista Episcopal participando tanto ellos como sus hijos mayores en las actividades de ese templo.-
La posterior incorporación de los descendientes a la vida nacional y la influencia de muchas de sus parejas hicieron que paulatinamente fueran acercándose a la Iglesia Católica pero siempre continuó en las primeras generaciones el respeto por las creencias y las normas de vida que ellos habían sostenido, lo que además era una forma de vínculo con su tierra originaria.-

IV) En Viaje a la Argentina:

Transcribiremos ahora los datos del viaje a América los que, como prueba de su religiosidad fueron anotados en la Biblia familiar.- El idioma utilizado es el “Patois”, propio del sur de Francia y noroeste de Italia, durante mucho tiempo considerado una muestra de provincianismo e incultura pero que, como la mayoría de las particularidades actualmente está siendo revindicado.-
“Juan, Adela y sus hijos Juan Félix, Adelina e Ida partieron de Massels el 8 de noviembre de 1903 para la América del Sud.- Embarcaron en Génova el 9 en el buque a vapor denominado “Los Alpes”.- Después de una buena travesía desembarcaron en Buenos Aires el 3 de diciembre de 1903 y se establecieron en Venado Tuerto el 5 de diciembre de 1903”.-
Es notable advertir como un acontecimiento tan trascendental para la vida de la familia es narrado en forma tan simple.- Tal ves sea una actitud particular con que los valdenses enfrentaban la vida, pues consideraban que las circunstancias en gran parte les estaban predestinadas.-

V) Venado Tuerto:

Como observamos en las anotaciones del viaje la radicación en Venado fue muy rápida, apenas a dos días de la llegada a Buenos Aires.- Una vez aquí Juan Pedro se incorporó a la empresa del ferrocarril.- Esa rapidez, agregada a su experiencia en la operación de calderas nos hace pensar que fue requerido desde dicha empresa.- Es probable además que como consecuencia, posteriormente dos de sus hijos se incorporaran a la actividad ferroviaria.-
Adela de quien se recordaban importantes relaciones en Italia, actuó en ese país como enfermera.- En Venado se dedicó a la atención de su familia y a actuar como costurera, oficio que enseñó a sus hijas, algunas de las cuales lo ejercieron con calidad y buen gusto.-
En esta ciudad nacieron cinco hijos: Alberto (1904), Ideal (1907), Elda (1910), Rita (1913) y Enrique (1915).- Lamentablemente en esos años fallece Ida cuando aun no había cumplido tres años (1905).-
Juan Pedro falleció muy joven, en 1917 atacado por el tifus.- La abuela se vio enfrentada a una vida de sacrificios para sacar adelante a tantos hijos pequeños.- 
Otros golpes dolorosos se sumaron a ello, en 1938 fallece su hijo mayor Félix y en 1943 el menor Enrique.- Pese a todo logró mantener a la familia unida en el afecto.- 
Falleció en 1944.-

VI) Los Hijos Crecen en Venado:
Juan Félix fue el mayor.- De origen itálico se radicó con sus padres aquí y al alcanzar la edad necesaria se incorporó a la actividad ferroviaria.- Desarrolló una amplia labor social integrando Comisiones de la Biblioteca Florentino Ameghino de la que fue socio fundador, la Sociedad de Piezas y la de Socorros Mutuos.- Dirigente sindical, se desempeñó como maestro de la Escuela Técnica Carlos Gallina y llegó a ser Presidente de la Seccional Venado Tuerto de La Fraternidad.-
En 1933 se casó con Emma Tonelli proveniente de Ameghino (Provincia de Buenos Aires).- Aquí nació su único hijo: Juan Guillermo y en 1938 a consecuencia de una intervención quirúrgica falleció cuando solo tenía 39 años.- Su esposa y el hijo se radicaron junto a la familia de ella en Ameghino donde hoy residen sus descendientes.-

Adelina
Como su hermano mayor nació en Italia y vino con sus padres a la Argentina donde rápidamente comenzó para ella una vida sacrificada.- Cuando solo tenía 17 años falleció su padre.- Con Félix deben asumir la responsabilidad del sustento económico de la familia, lo que significa un esfuerzo tan intenso que la llevan a sufrir etapas de depresión.- Continua dedicándose abnegadamente a esa tarea hasta que al cumplir 38 años recibe el golpe de la muerte de su hermano mayor, seguida a los 43 por la pérdida de el menor Enrique, y solo un año después por la de su madre.-Recién allí considera su misión cumplida casándose meses después.-
Toda la vida trabajó como enfermera, llegando a ser caba de sala en el Hospital donde conoció al que fue su esposo: Guido Brumat, también enfermero.-
Fue una ferviente creyente de su fe valdense.- No tuvo hijos y falleció en Venado en 1984.-
Ida
Fue la tercera hija nacida en Italia y viajó con sus padres y sus hermanos a la Argentina siendo bebé.- Falleció en Venado antes de cumplir los tres años y lo único que se conserva de ella es la foto tomada a toda la familia antes de viajar en 1903.-

Alberto 
Nació en Venado Tuerto y como su hermano mayor, cuando tuvo la edad necesaria ingresó al ferrocarril llegando a ser conductor de locomotoras.- Debido a las características de su trabajo, desde muy joven dejó de residir permanentemente en Venado Tuerto.- A los 38 años se caso con Elena Pazos radicándose en la Capital Federal. Tuvo tres hijos: Héctor, Carlos Alberto y María Cristina.- Sus descendientes continúan viviendo actualmente en Capital Federal.-
Ideal
Nació en Venado Tuerto y después de varias experiencias laborales trabajó como Maestro de Pala en la panadería de Julián García con una de cuyas hijas: Alicia, se casó en 1935.- Durante varios años actuó como futbolista en el Club Central Argentino.-
Aquí nació su único hijo Carlos Alberto y luego siguiendo la carrera profesional de su esposa se alejaron de Venado, falleciendo en Armstrong en 1961.-
Sus descendientes viven actualmente en la zona de Firmat.-

Elda
Nació en Venado Tuerto, era la segunda de las tres hermanas mujeres y se dedicó desde muy chica a aprender los oficios de la costura bajo la enseñanza de su madre, su labor como modista continuó a lo largo de toda su vida.- Se casó con Francisco Lagioia, quien se dedicaba a la construcción apoyado por su padre, dueño de una fábrica de mosaicos.- En Venado nacieron sus dos hijos: Aldo y Mario.- Por razones de trabajo de su marido se radicaron en Río IV, punto de referencia de sus descendientes que se han dispersado en distintas localidades.-
 
Rita
Nació en Venado Tuerto.- Era la menor de las tres hermanas mujeres.- Desde la infancia mostró su afición a las actividades de orientación intelectual.- Se recibió de maestra y muy joven inició su carrera reemplazando en Villa Cañas a la mamá de dos mellizas que había pedido licencia para poder atenderlas.- Con el tiempo esas niñas fueron conocidas cómo las hermanas Mirtha y Silvia Legrand.-
Más adelante fue a trabajar en Rufino donde conoció a otro maestro: Leopoldo Scozarro, quien más adelante sería su esposo.- Viajaron a casarse en Venado Tuerto y partieron siguiendo la trayectoria de su vida de docentes en la que continuaron hasta jubilarse ambos como directores de escuela.-
Tuvieron dos hijas Rita Stella (“Kika”) y Suzel.- Rita (la madre), falleció en Rosario en 1992.- Sus descendientes están radicados en esa ciudad.-
Enrique
Ya lo vimos en la foto de la portada en la casa de Venado.- Nació en esta ciudad y al crecer trabajó en la Casa Andueza.- Vivió siempre rodeado de amigos y amigas entre quienes era muy apreciado.- Inexplicablemente cayó en una profunda depresión que provocó un importante descuido en su alimentación.- Es probable que esto fuera la causa por la cual contrajo tuberculosis, enfermedad que acabó con su vida cuando aun era muy joven. Tenía apenas 28 años.-
 
VII) diabluras y costumbres:

Para tratar de introducirnos aunque sea desde lejos en el mundo en que los hermanos crecieron transcribiremos algunos de los recuerdos que llegaron a nosotros a través de sus relatos.-
Nos contaban que en un momento fue novedad que colocaran los primeros llamadores en las puertas de las casas llamados “picaportes”.- La reacción juvenil fue atar a los mismos durante la noche un hilo de coser negro y pasarlo por entre los árboles hasta una distancia conveniente desde la cual accionarlo y poder “retirarse” para evitar la cólera del propietario, irritado ante la repetición de la molestia.-
También recordaban la recorrida, destornillador en mano, para reemplazar las placas de los profesionales.- Era bastante cómico ver, por la mañana, la cara del Juez al advertir que en el frente de su oficina anunciaba sus servicios una Partera.-
Otra anécdota estaba referida a una despedida de soltero.- El “homenajeado” fue abandonado desnudo, enancado a San Martín en la estatua de la plaza y esposado al prócer.- ¿habrá ocurrido en realidad? En ese caso no sabemos como concluyó el episodio.-
Como muestra de las costumbres de la época veamos lo que sigue: Como ya sabemos Ideal trabajaba en la Panadería de Julián García y, junto a los demás empleados, compartía diariamente las meriendas con toda la familia en el comedor de la casa.- Entre los asistentes habituales estaba Alicia una de las hijas de Julián, con la que ya estaba “conversando”.- Sin embargo, a la tardecita, cuando era el momento de reunirse, la esperaba en la esquina (con traje y corbata) porque todavía “no había pedido su mano”.-
 
VIII) El Tiempo y la Historia (foto familiar):
 
Y la historia siguió su camino, a su paso fueron quedando Ida, Juan Pedro, Félix, Enrique y Adela, pero la familia fue creciendo con la llegada de nietos y bisnietos.- Y los hijos de Juan Pedro y Adela: Alberto, Adelina, Elda, Rita e Ideal ya maduros mostraron la felicidad de estar juntos, reunidos para el casamiento de “Kika” en 1961.-
Lo demás ya es el presente.- El tiempo dispersó a la familia pero sigue vivo el
sentimiento de la sangre y a pesar de la distancia se siente unida.-
Quien les cuenta estos relatos, es Carlos Alberto, hijo de Ideal y Alicia y, si bien alguna vez escribí de Venado Tuerto: ”...ciudad de los recuerdos de mis padres y abuelos.- Ciudad imaginaria, porque cuando la conocí en realidad, fue casi imposible encontrar los lugares y personas que ellos contaron.”, nunca olvidaré que aquí nací, y que si bien hoy ya no viven Bleynat en la ciudad, todos nosotros llevamos muy en nuestro interior la certeza de que, así como los abuelos lo sentían de Piamonte, aquí en Venado Tuerto están las raíces de nuestra familia.-
Este sentido recuerdo sirva como homenaje a las numerosísimas familias inmigrantes que llegaron a poblar nuestra pampa gringa, y muy especialmente a la comunidad venadense que recibió con calidez a esa humilde pareja que con tres hijos pequeños llegaron a integrarse a ella: Juan Pedro Bleynat Long y Adela Pons Nicol.-
Por Carlos Bleynat

EL ÚLTIMO CROTO

Así titularé a este relato (inspirado en la poesía de Felipe Olivera Moreno) para homenajear a este personaje ¡No de un lugar!, sino de toda la Pampa Gringa.
Culpable o no; sobre ellos caían la culpa de todo tipo de ilícitos que se llevaba a cabo en la campiña.
Al último de ellos los vi a mediados de la década de los 80, en una soleada y ventosa tarde de otoño y su estampa me recordaba a los que frecuentemente  veía en los años 60.
Se presentó en casa  sin su mono (bagaje), solo llevaba un tarrito de 5 litros de aceite comestible  en la que llenó de agua recién sacada del pozo por el molino de viento.
Antes de beberla, se la hizo tomar en su propio jarrito a su perrito (un cuzco mestizo).
Pidió algo para comer y lo clásico: Yerba y azúcar. Luego de agradecer por lo que le hemos dado y tras un respetuoso saludo, se marchó hacia las vías.

“Me llenó de misterio  no saber el porque de esa vida de errabundo y enseguida me vino a la mente la “Canción del Linyera” donde tan bien lo describió e inmortalizó Antonio Tormos”.

Al rato; vi alzarse una pequeña columna de humo en el terraplén de las vías y sigilosamente  me fue acercando al lugar; pero no mucho pues su fiel guardián me delató. Emergió su cabeza por encima del canalón pero al no ver a nadie,  volvió a desaparecer.
A la mañana siguiente volví a ver en el mismo lugar  humo  que se confundía con la niebla. Era señal que todavía estaba allí. Luego oí el silbato del tren  que partía de Cruz Alta  rumbo a Los Surgentes.
Sortear el gran repecho solía ser un desafío para un carguero; y esa mañana lo fue. Avances y retroceso para ir secando las vías. En todo esto veo a su silueta confundida con la niebla, subiéndose a un vagón con la compuerta entreabierta de la formación detenida.
Su estadía en ese lugar no debe haber sido al azar. Quizás su poder de observación lo hizo presentir que eso ocurriría.
Cuando el tren pudo avanzar, partió al que luego yo bauticé como: “El Último Croto. “

Sergio Bravi

VIEJO BOLICHE DE ESQUINA

Ahora estás casi en ruinas,
enorme caserón de la época,
almacén de ramos generales,
corralón, boliche, esquina tradicional de mi pueblo.

Cuánta gente desfiló por tus copas;
parroquianos, pistines, tamberos,
caporales de estancias y algún que otro malevo.

Cita obligada del buen vino, grapa, coñac y ginebra,
guitarras y canto, mezcladas con charlas de fútbol, cuadreras,
carreras de galgo, política y otras yerbas, nunca faltó la
escoba y el truco, y entre envido y retruco, la voz de un cliente
pidiendo ¡otra copa bolichero!

Si tus gastadas paredes pudieran hablar,
cuántas verdades dirían,
el paso del tiempo gastó tu frente y el piso de tablas.

Sólo quedan sótanos y estanterías vacías, mudas de silencio.
Ya no sirven copas ni el Lucas, ni el Gringo,
tu enorme puerta cerrada no recibe a los parroquianos, el tiempo
fue implacable, no te entregues caserón.

Seguí desafiando al tiempo.
Viejo boliche de esquina, sos historia de mi pueblo.


Por Gerardo Stacchiotti